35

2 de diciembre: cumpleaños número 35.
Solo dos veces al año uno se detiene a pensar un poco en lo que hizo y hace: a fin de año sopesamos las alegrías y sinsabores de los últimos 365 días y decretamos si mandamos el año vivido a la papelera de reciclaje o lo guardamos en el escritorio para recordarlo con frecuencia. Demás está decir que esto último es una exageración. La frecuencia entre los espacios de alegrías y tristezas son tan breves como agudo sea nuestro Trastorno Maníaco Depresivo ("me pongo Bipolar" gritaba un compañero de laburo cuando le venían con trabajo extra cerca de la hora del retiro). Por eso, si nos basamos en esta arbitrariedad basada en la traslación de la Tierra, concluímos que todos los años guardan un par de hechos excepcionales que ameritan que se los mantenga en la memoria.
La otra instancia recapitulatoria es el día de cumpleaños. La diferencia es que acá pensamos no solo en el año que dejamos atrás, sino que hacemos el balance de la vida que llevamos vivida.
En esta ocasión, llego a un punto de inflexión: a partir de ahora estaré más cerca de los 40 (¿Dejo de ser un joven adulto?) . ¿Me tiene que preocupar esto? ¡No! Que vengan nomás los años, que se sigan acumulando las experiencias, quiero ver que me depara el destino, cómo van a crecer mis chicos, quiero llegar a cumplir mis objetivos profesionales, quiero tener la casa propia, disfrutar de más sobremesas, dormir más noches abrazado a mi esposa.
¿Porqué pretendo eso? ¿Cómo llegué a esto? Llegué viviendo 35 años bárbaros. Pude jugar (quizas algo menos de lo que hubiese querido), aprender (de padres, de abuelos, de maestros, de amigos, de las vivencias), amar (a una persona maravillosa que me hace felíz día a día), enseñar (a alumnos, compañeros de trabajo, a mis hijos -estos fueron, son y serán mis alumnos dilectos, aquellos a los que con el Coaching no creo que me sea suficiente; mi mayor preocupación es poder vivir las cosas antes que ellos para asesorarlos en tomar en mejor camino, quiero equivocarme antes que ellos, para advertirles, quiero recomendarles el camino seguro, fácil, alegre. Suena egoista, pareciera que no quiero dejarlos crecer, pero ¿sería buen padre si dejo que cometan un mismo error que yo? ¿porqué dejarlo que viva una experiencia poco grata, evitable, si se puede enseñar nominando la experiencia sin vivirla?-).
¡35 años! ¡La pucha! ¿Qué queda por hoy? Nada. Servir la copa y brindar. Por los años vividos y por las anécdotas que nos faltan en el repertorio para contar cuando seamos viejos.
¡Tanti Auguri!



Qué nos ocurre después de tanto tiempo,
reflexionamos al vernos al espejo;
qué es lo que pasa, me estoy viniendo viejo,
no se ya qué pensar, si ya no se qué es lo que pienso.

Yo soy un hombre bueno,
lo que pasa es que me estoy viniendo viejo;
trataré de hacer las cosas a su tiempo,
o sino no le daré importancia al cuerpo, oh no.

No puede ser que esto me preocupe,
si estoy naciendo, que bueno, que bueno;
para qué tantos años de experiencia,
si justo ahora me doy cuenta que no tengo.

Yo soy un hombre bueno,
lo que pasa es que me estoy viniendo viejo;
trataré de hacer las cosas a su tiempo,
o sino no le daré importancia al cuerpo, oh no